Cáncer de colon: Los pólipos, los principales precursores
Determinados tipos de pólipos que crecen en el colon son los precursores de más del 95% de los casos de cáncer en este órgano. El riesgo aparece en la frontera de los 50 años y podría evitarse con la detección y la extirpación de esas lesiones premalignas. Una advertencia a tener en cuenta en el Día Mundial de Prevención del Cáncer de Colon
El cáncer de colon o colorrectal es precisamente el tumor más frecuente diagnosticado en España, con 41.441 casos en 2015, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Tanto en varones como en mujeres constituye el segundo tumor más frecuente tras los de próstata y mama.
A pesar de la frecuencia, se trata de un tumor cuya supervivencia se ha duplicado en los últimos 20 años. Además, análisis retrospectivos han mostrado tasas de supervivencia a los cinco años tras la cirugía de las metástasis de hasta un 70%, “un hito y un gran avance”, considera esta sociedad científica.
Pero todavía más de 15.000 personas mueren cada año en España a consecuencia del cáncer de intestino grueso y de recto, según datos de 2014 de la SEOM, aunque la tendencia es decreciente.
Una mortalidad que podría descender todavía más si se tuvieran en cuenta los antecedentes familiares, otro de los factores de riesgo, y nos sometiéramos a partir de los 50 años a los programas de cribado, como el test de sangre oculta en heces y la colonoscopia, importantes para la detección precoz.
Pero la prevención también pasa por una alimentación equilibrada rica en frutas, verduras y fibra y alimentos bajos en grasa; reducir el tabaco y el alcohol; mantener un peso corporal normal y hacer ejercicio de forma regular.
¿Por qué aparecen pólipos en el colon?
Los pólipos aparecen en la mucosa del colon por una conjunción de factores, como el estilo de vida, en especial la alimentación. Pero el origen se encuentra en un fallo en el mecanismo de regeneración de las células al no autodestruirse al final de su vida (apoptosis o muerte celular programada), lo que provoca un aumento descontrolado de las células. El mismo proceso que genera tumores malignos.
Los pólipos apenas dan síntomas. Tampoco cuando crecen y se convierten en cáncer. La luz de alarma debe encenderse si se producen cambios en el hábito intestinal, dolor abdominal y sangrado.
Tipos de pólipos
Pero no todos los pólipos terminan degenerando en tumores malignos, tan solo el 5% de ellos. Pero es cierto que ese pequeño porcentaje es el precursor de más del 95% de casos de cáncer en el intestino grueso. Todo depende del tipo que sea:
- Inflamatorios: No existe riesgo alguno de cáncer y la causa puede ser alguna úlcera.
- Hiperplásicos: Tampoco degeneran en cáncer.
- Adenomas: Los más comunes y los más propensos a malignizarse. Varios subtipos: tubulares, vellosos y tubulo-vellosos.
- Serrados: Menos comunes pero también con riesgo de convertirse en cáncer.
Según la forma de crecimiento, pueden ser clasificados como:
- Pediculado: tiene forma de seta con tallo, menos riesgo de degenerar en cáncer.
- Sésil: Carece de tallo pero sí tiene una base de implantación, como una verruga.
- Plano e incluso deprimido (hacia adentro): un riesgo alto de ser cancerígeno y es el más complicado de extraer con endoscopia.
El tamaño del pólipo también influye en el riesgo de degenerar en cáncer, un tipo sésil o pediculado debe ser mayor de un centímetro para derivar en cáncer, mientras que un plano de pocos milímetros ya puede serlo.
Los pólipos se detectan y se extraen con la colonoscopia, una prueba de imagen y terapéutica en la que el endoscopio recorre el metro y medio de intestino grueso que requiere una limpieza intestinal previa y se suele realizar con sedación.
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